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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    Print version ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. vol.12 no.59 La Paz Dec. 2018

     

    PÁGINAS DEL EDITOR

     

    Dos historiadores paceños: Nicanor
    Aranzáes y Alberto Crespo Rodas

     

     

    Luis Oporto Ordóñez*
    * Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas. Docente titular de la Carrera de Historia de la UMSA. Presidente del Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la Unesco-Mowlac.
    Recepción: 7 de octubre de 2018 Aprobación: 20 de octubre de 2018 Publicación: Diciembre de 2018

     

     


     

     

    Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas. Jefe de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Docente titular de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés. Presidente del Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la Unesco-Mowlac (2018-2019).

     

    Nicanor Aranzáes: Un Cronista Olvidado

    Nació en la ciudad de La Paz el 10 de enero de 1849. Falleció el 14 de diciembre de 1927. Estudió Teología (1873), fue presbítero, en la capilla del Rosario, Sacristán Mayor de la Catedral (1885). Pasó a las parroquias de Aygachi, Chirca, Guaqui, Inquisivi y Achocalla (1886-1905). Político liberal, académico, historiador, lingüista y periodista. Diputado suplente (1904), consecuente con Daniel Salamanca. Como historiador publicó el Diccionario Histórico de La Paz (1915) y Las revoluciones de Bolivia (1918). Aymarólogo, integró la Academia Aymara (1901). Miembro de varias sociedades geográficas e históricas, y correspondiente de la Societá Internazionale degli Intellectuali, de Italia. Publicó sus escritos históricos, teológicos y literarios en El Comercio de Bolivia y La Voz.

     

    José L. Calderón descubre al cronista

    En 1915, la casa editora de los talleres gráficos de La Prensa, de propiedad de José L. Calderón, imprimió una obra singular: Diccionario Histórico del Departamento de La Paz, de Nicanor Aranzaes. Recolectó diversa información subyacente en expedientes matrimoniales y libros de bautizo, custodiados en archivos oficiales.

    El Diccionario Histórico Biográfico del Departamento de La Paz, es un repertorio biográfico, único en su género. "Mi único deseo ha sido hacer conocer desde sus orígenes hasta el presente la formación lenta, tal vez penosa, llena de episodios, unas veces favorables y otras adversa de nuestra ciudad natal", afirma el autor.

    El Diccionario Histórico del Departamento de La Paz, de Nicanor Aranzáes, proporciona crónicas históricas primordiales, capaces de informar a las nuevas generaciones sobre la ciudad que terminó con el poder colonial, por decisión de sus habitantes: blancos (criollos, esencialmente), mestizos, indígenas y un puñado de mujeres heroicas sin cuyo concurso, La Paz no sería lo que es hoy: una pujante capital que busca su desarrollo integral.

    El arco temporal de su investigación debía detenerse en la revolución del 16 de julio de 1809, pero el caudal de información al que accedió, le obligó a superar ese límite, abordando la época republicana; aclara que "nos hemos concretado a hacer una redacción de los cargos que llegaron a desempeñar en su carrera, sin emitir juicio alguno".

     

    Las obsesiones históricas de Nicanor Aranzáes

    El Diccionario, incluye datos sobre el tránsito de Chuquiyapo desde el incario al orden colonial, en el que recupera para la historia personajes del mundo indígena. Apumaita, "hermano del emperador Yawarhuakah. Soberano de carácter indeciso [que] renunció la dirección de la guerra y la confió a su hermano", muestra la epopeya inca, expone su visión sobre el ingreso inca en el Collasuyo, desde el Desaguadero hasta los contrafuertes de Chuquisaca. Huyustus, el organizador de los aymaras, que aporta con una interesante descripción detallada del valle de Chuquiyapu, habitada por orgullosos aymaras.

    Inserta una relación de la ciudad de Nuestra Señora La Paz, paso a paso en 1548. El Diccionario es una fuente de insospechado valor para reconstruir el poblamiento temprano y desarrollo urbanístico de la gran aldea paceña, con personajes de mil oficios, desventuras, sueños e ideales de libertad.

    Identifica a los "vecinos fundadores" describiendo las vicisitudes que acontecieron en esa etapa heroica de la ciudad, matizada con las semblanzas del capitán Alonso de Mendoza y otros personajes a lo largo de la historia del valle paceño: Juan Ramón, vecino fundador de La Paz; Melchor Ramirez de Vargas, conquistador, pacificador (1542), se le dio encomienda de Chuquiavo en 1548; Juan Rodríguez, cura y vicario de La Paz (1548), construyó la iglesia de San Sebastián; Marcos Ponce de León, notable mercader de productos de Castilla (1558); José Luna, carpintero español; Hipólito Quintero, notario real, de todas las islas y tierra firma del mar Océano, notario mayor del obispado y de la Santa Cruzada; Juan de Rivas, vecino fundador, muy laborioso; Diego Dionisio Peñaloza Briceño, vecino fundador de La Paz; Pedro Sánchez Bustamante, conquistador de Mosetenes; Fray Cristóbal Rivas, en su gestión terminó de construirse el templo de San Francisco; Juan Rivero, uno de los primeros mercaderes (1609); Sor Ignacia Arce y de la Vega, relata la vida de las monjas concepcionistas (1662); Cristóbal Arcaide, encargado del reloj del público, "que el 16 de julio de 1809 debía marcar la hora precisa de la terminación de la servidumbre"; Esteban de Aranzáes, notario mayor (1814); Fray Rafael Sanz, hizo construir el templo de la Recoleta (1889-1896).

    Las clases sociales y el divertimento, son recurrentes, tanto para 1646 como 1780. Relata que Alonso de Molina y Herrera, natural de la villa de Molina en Aragón, "corregidor de La Paz, tomó posesión de su destino el 10 de marzo de 1646". En esa época se suscitó en La Paz el deslizamiento del Illimani que "se desprendió y corrió casi una milla, mató a algunos indios, causó daños en las cementeras, el ruido se oyó en la ciudad. Se refiere a la fiesta del Carnaval, de La Cruz, y de la fiesta patronal, en el que las clases sociales se fusionan. Habla de la música y destaca el papel de las mujeres mestizas, con su dominio del arpa, y los indios por su notable gusto musical. La ciudad de La Paz había llegado a su apogeo en 1780. "Podía contar con una población calculada de 53.620, entre blancos y mestizos, y 20.000 indios. Era rica tal vez como ninguna otra provincia, para afirmar esto basta tener en cuenta, que el partido de Yungas tenía 308 fincas, a las que se suman las comunidades, que en total producían 250 mil cestos de coca anuales con un precio de 2.000.000 de pesos. La coca era "un artículo de primera necesidad para los mitayos, sin él, las minas, ingenios y obrajes, no habrían podido funcionar". El corregimiento tenía una agricultura diversificada, contaba con productos como el cacao, arroz, vinos del Río abajo, exquisitas frutas, para lo cual disponían de abundantes llamas para transportarlos fácilmente. Menciona a Juan de Dios Sánchez Lima, realista, Gobernador de La Paz, luego del cruel Mariano Ricafort. Artífice del desarrollo urbano en las postrimerías de la colonia, "trató de cicatrizar las heridas causadas por su antecesor, entregándose a construir obras de ornato público y obras de carácter urgente". Fueron notables los trabajos realizados en el barrio de Sopocachi, que sin duda llaman la atención pues no falta en la crónica la historia picaresca de las relaciones del gobernador con una distinguida dama.

    Describe la labor conspirativa en los clubes secretos. Los patriotas conspiraron activamente contra la corona española, empleando para divulgar sus ideas, los pasquines, periódicos manuscritos que circulaban en las calles de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, siendo uno de los más activos Pedro Domingo Murillo. Describe a las valientes mujeres, María Manuela Sagárnaga, patriota, hermana de Juan Bautista Sagárnaga; Vicenta Juariste Eguino, que recibió a Bolívar con la llave de oro de la ciudad; Ramona Sinosain de cuna ilustre y de riqueza sin par, y la mestiza Simona Manzaneda, a los que se suman, por la vía del ejemplo, las referencias del indígena, José Sanco, quien integró la Junta Tuitiva. Entre los personajes de la república están Pérez de Urdininea, el Mariscal Andrés de Santa Cruz, el sabio Agustín Aspiazu, Casto Arguedas, los héroes y personajes de la guerra del Pacífico; los liberales Lucio Perez Velasco, Macario Pinilla, Serapio Reyes Ortiz, José Manuel Pando e Ismael Montes, Félix Reyes Ortiz, y la libertad de imprenta, matizan las entradas dedicadas al periodo republicano y el desafiante siglo XX.1

     

    Reposición de la obra

    Con buen criterio, esta obra mayor de La Paz, fue considerada por el Consejo Editorial del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, que publicará una edición facsimilar financiada por el Fondo Municipal Editorial, recuperando de esa manera la obra de Nicanor Aranzáes que fue injustamente olvidada por propios y extraños.

     

    Alberto Crespo Rodas (1917-2010)

    Nació en la ciudad de La Paz el 21 de septiembre de 1917. Falleció en la misma capital el 30 de agosto de 2010. Fue el primer historiador profesional boliviano, graduado en la Universidad Nacional de San Marcos (Lima, Perú). Su obra tiene esa impronta que la diferencia de lo que, hasta entonces, se escribía como historia. Fue activo en la política nacional. Muy joven, militó en el Partido de Izquierda Revolucionaria y ya en edad avanzada se integró al Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

     

    Los desafíos de Alberto Crespo Rodas

    Alberto Crespo Rodas, dedicó cincuenta años de su existencia a dos pasiones: la investigación histórica y la organización de archivos históricos. Ambas son interdependientes, pues la reconstrucción de la historia requiere de fuentes primarias que custodian los archivos históricos, y estos no tienen sentido sin los investigadores de la historia. El desafío autoimpuesto de impulsar el desarrollo de los Archivos no fue tarea sencilla pues enfrentó una tendencia enraizada en el corpus administrativo del país: la destrucción de los documentos de data antigua a los que los burócratas --en general-- llaman con desdén "papeles viejos". En efecto, desde 1825 los administradores del Estado intentaron destruir la memoria histórica de diversas maneras: prendiéndole fuego (para no dejar huella de actos administrativos viciados de nulidad), vendiéndola a los mercados como envoltorios de alimentos y dulces, usándola como "taco" para salvas en días festivos, tirándola a los cauces de los ríos en el oriente, y en tiempos modernos vendiéndola a las empresas de reciclaje para convertir los documentos históricos en papel higiénico. Las asonadas militares durante la larga noche de la dictadura (1964-1982), provocaron actos de destrucción de la memoria histórica e institucional de Bolivia. Por su parte, las masas -cansadas de los abusos de gobiernos despóticos—repitieron la fórmula.

    Esa tendencia destructiva se confronta con una segunda que hace esfuerzos sobrehumanos para conservarla -en la que decididos conservacionistas defienden el patrimonio documental del Estado—a la que se adscribe un puñado de intelectuales que defendieron la integridad del patrimonio documental de la Nación: Gabriel René Moreno y Gunnar Mendoza (Sucre), Luis Subieta Sagárnaga y Armando Alba (Potosí), Hernando Sanabria (Santa Cruz) y Edgar Ramírez y sus archivistas mineros (El Alto, La Paz).

    Alberto Crespo Rodas forma parte de ese grupo. En 1970 protagonizó su propia hazaña al evitar que los expedientes judiciales de la época colonial, que reposaban en los Juzgados de la Corte de Distrito Judicial de La Paz, fueran a parar a una empresa recicladora de papel que pretendía convertir a los documentos históricos en papel

    higiénico. El gobierno del Gral. Juan José torres, apoyó la iniciativa con la aprobación del decreto supremo 09777 (1971),2 y la Universidad Mayor de San Andrés, proporcionó el personal (el propio Alberto Crespo Rodas y su pequeño destacamento guerrillero de estudiantes) y los predios del Instituto de Hidráulica, que albergó temporalmente la masa documental tirada en esas instalaciones, hasta que más tarde entregó los ambientes de la Casa Montes donde se instaló el Archivo Histórico de La Paz.

    Alberto Crespo Rodas participó en el Seminario Multinacional de Archivos (Lima, 1973), Conferencia sobre Archivos, Instituto Panamericano de Geografía e Historia (Ottawa, Canadá, 1974), Reunión de Archivos del Tercer Mundo (Dakar, Senegal, 1975), Congreso Mundial del Consejo Internacional de Archivos (Washington, D.C. 1976), Seminario Interamericano sobre Cooperación Regional para el Desarrollo de Archivos, Asociación Latinoamericana de Archivos y el Programa de Desarrollo de Bibliotecas y Archivos de la Organización de los Estados Americanos; VIII Congreso Internacional de Archivos (Washington D.C., 1976). En la UMSA, fue docente de la Carrera de Historia (1969-1989) y director de la Biblioteca Central (1974-1989). Creó el Instituto de Investigaciones Históricas y el Archivo de La Paz, dependientes de la Carrera de Historia; incorporó fondos documentales provinciales y particulares y creó una Biblioteca especializada en el ALP. Fue Consejero de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (1997-2004).

     

    Alianzas estratégicas

    En 1971, con el apoyo de la Sociedad Boliviana de la Historia,3 propuso levantar inventarios de archivos históricos, siguiendo las directrices de la Primera Reunión Interamericana de Archivos PRIA (Washington DC, 1961); la II reunión de la Sociedad, aprobó organizar los archivos de Santa Cruz (1976) y la III propició la creación del Archivo Histórico de Oruro (1978). El Programa de Desarrollo del Servicio de Archivos y Documentos Públicos de la República de Bolivia (1974), creado con el apoyo de la Organización de Estados Americanos a fin de cumplir los objetivos trazados en la PRIA, fue un hito fundamental, pues contempló capacitar archivistas del sector público, organizar una Asociación Nacional de Archivistas y ejecutar el Censo Nacional de Archivos Públicos, base para la planificación del Sistema Nacional de Archivos. El Programa le permitió tender un puente de amistad hacia el ABNB. En efecto, la coordinación recayó en Alberto Crespo y la dirección técnica en Gunnar Mendoza. En el curso de Organización de Archivos Administrativos y Paleografía, G. Mendoza, impartió "Teoría General de Archivos", "Archivos e individuos", "Archivos y Entidades Públicas" y "El Documento". La Escuela Nacional de Archiveros de Córdoba, envió a Ana Malaguti que dictó "Producción y Gestión de Documentos" y "Archivos Administrativos" y el Prof. Moyano el "Curso de Paleografía" que incluyó prácticas en el Archivo de La Paz. A su término se creó la Asociación Departamental de Archivistas, dirigido por Walter Carvajal, Josué Taborga e Irma Vera. Alberto Crespo fue designado Asesor y Alicia Quintanilla, Secretaria.4

     

    Reconocimiento social

    Su obra mereció numerosos reconocimientos institucionales. Premio Nacional de Cultura (1989) y condecoración "Cóndor de los Andes" (2004); Fundación Manuel Vicente Ballivián: "Medalla al Mérito" (1992); Alcaldía deLaPaz: Escudo de Armas, Grado "Servicios Especiales" (1987, 2003); Archivo de La Paz: "Diploma de reconocimiento" (1991);5 Asociación de Trabajadores de la Información de La Paz nominó a su Congreso "Alberto Crespo Rodas" (1996); Sociedad Boliviana de Escritores: "Distinción José Santos Vargas" (1998); Amigos de la Ciudad: Gran Orden "Al Mérito Cívico" (1998); Prefectura de La Paz: Orden "Franz Tamayo" Grado de Oficial (2002); Colegio de Profesionales en Ciencias de la Información: "Certificado de Distinción" (2003); Club de La Paz: "Premio a la Cultura" (2006); Centro de Estudiantes de Historia: "Diploma de Reconocimiento" (2006) y el ALP y Carrera de Historia: "Reconocimiento al ex profesor e historiador" (2006) .6

    La Sociedad Boliviana de Historia instituyó el "Premio Alberto Crespo Rodas" (2007),7 y la Junta de Vecinos del barrio residencial de Achumani -junto a su familia, la Carrera de Historia y el ALP— gestionó la nominación de una calle con el nombre del ilustre historiador, con ordenanza municipal, hecho de notable significación y simbología social que se concretó el 9 de octubre de 2018.8

     

    Notas

    1. Publicado inicialmente en La Época, el 14 de octubre de 2018 y el 28 de octubre de 2018.

    2. El Art. 1 del DS 09777 copia espíritu del Art. 1 del DS 05758 de 7 de abril de 1961,lo que es comprendido por el ABNB como atribución propia y natural arrebatada por el ALP, lo que provocará el distanciamiento entre La Paz y Sucre.

    3. Fue miembro fundador (1972) y director de su revista Historiay Cultura (entre 1977 y 1994).

    4. El Censo no se efectivizó por razones ajenas a la dirección técnica, que presentó un informe en la II Reunión de Consulta de Archivos Bolivianos, en Cochabamba, en julio de 1982.

    5. XX Aniversario de fundación del ALP.

    6. Homenaje a los 40 años de la Carrera de Historia y 35 años del Archivo de La Paz.

    7. Se entrega cada 21 de septiembre, en coordinación con la Carrera de Historia y el Archivo de La Paz, a los mejores estudiantes de la Carrera de Historia

    8. Publicado inicialmente en La Época.